La decisión de México de posponer su papel como País Socio en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) para 2026, en lugar de asumirlo en la próxima edición de 2025, es una jugada estratégica que merece ser analizada desde varios ángulos. Por un lado, la Secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez, ha justificado la decisión como parte de un plan mayor para consolidar la presencia de México en el ámbito turístico global en un momento clave: la celebración de la Copa Mundial de la FIFA en 2026.
Es evidente que México busca aprovechar al máximo la visibilidad que le ofrecerá un evento de tal magnitud, pero ¿por qué no adelantar la estrategia y ser País Socio en 2025? Si bien es cierto que los recursos y la logística pueden ser factores determinantes, especialmente cuando se busca un impacto tan significativo, algunos podrían argumentar que se ha perdido una oportunidad de oro para empezar a construir esta proyección internacional con un año de antelación.
Por otro lado, la decisión de no ser País Socio en 2025 no significa que México no estará presente en Fitur. De hecho, el país ha confirmado una participación significativa en el pabellón de las Américas, destacando su oferta cultural, patrimonial y gastronómica. La estrategia parece ser clara: crear expectativa y fortalecer el posicionamiento de México como destino turístico preferente, demostrando su capacidad para organizar eventos de gran magnitud y atraer visitantes de todo el mundo.
Aún así, queda la duda de si esta decisión retrasará el impulso necesario para competir con otros destinos emergentes en Latinoamérica y más allá. La competencia por atraer turistas es cada vez más intensa, y las ferias internacionales como Fitur son espacios claves para captar la atención de operadores turísticos y medios de comunicación. Al declinar ser País Socio en 2025, México tendrá que asegurarse de que su presencia, aunque destacada, sea suficiente para dejar una huella en un evento tan saturado de competidores.
El verdadero reto vendrá en 2026, cuando México asuma finalmente este papel. Será crucial que, para entonces, la Secretaría de Turismo tenga una estrategia bien definida y un plan de promoción que vaya más allá de la simple exposición. Aprovechar la Copa Mundial será esencial, pero también lo será demostrar que México no solo es un destino turístico tradicional, sino uno moderno, innovador y capaz de adaptarse a las demandas de los viajeros actuales.
En conclusión, si bien la decisión de posponer su participación como País Socio puede tener sentido desde una perspectiva organizativa y estratégica, México deberá demostrar que esta espera valió la pena y que, cuando llegue el momento, será capaz de destacarse y competir a nivel mundial. El mundo turístico estará atento y México tiene una oportunidad única que no puede dejar pasar.