Sin lugar a dudas, a menos que «desentierren» otra en la espesa selva maya, la Pirámide de Nohoch Mul, con una altitud de 42 metros, se erige como la más alta de la Península de Yucatán, México.
Es uno de los milenarios templos arqueológicos que más me impresionan de todos los que construyeron los antiguos mayas en la Riviera Maya. Será por eso que en esta segunda visita a México no he dudado en partir hacia allí.
Nohoch Mul, que significa en maya «Montaña o cerro grande», forma parte del Complejo Arqueológico de Cobá y se encuentra a 41 km. de otro de los monumentales legados mayas: Tulum.
La subida hacia la cima de la pirámide, una empinada escalada de 120 peldaños, es colosal.
Antes de subir un cartel te recuerda-advierte que ellos no se hacen responsables si te ocurre algo, Osea, que la caída corre por tu cuenta. No por nada su inclinación es de 62 grados.
Una vez en la cima las panorámicas son espectaculares. Se puede divisar ese mar verde que es la selva maya que rodea el complejo arqueológico,
Lo más curioso es que esta zona arqueológica sólo ha sido excavada y restaurada un 5%. Los arqueólogos estiman que bajo la frondosa selva maya queda por descubrir más templos y pirámides que podrían superar, incluso, a la más importante de todas: Chichén itzá.
No está de más recalcar que la subida y descenso de Nohoch Mul, es muy complicado, y más aún para los que sufrimos de acrofobia. Pero bien vale la pena hacerlo. Es una experiencia que hay que vivir aunque sea una vez en la vida. Y si pueden ser dos, mejor.
Eso hice yo.