Formentera, conocida por sus playas paradisíacas y aguas cristalinas, es un destino habitual para quienes buscan escapar de la rutina en busca de sol y mar.
Sin embargo, la pequeña de las Pitiusas siempre tiene un pequeño rincón, un lugar de esos que arranca una expresión muda de asombro. Uno de ellos, sin duda, son los escars, o varaderos. Unas construcciones modestas hechas de madera para resguardar las pequeñas embarcaciones de la fuerza del mar, expuestas más que ninguna otras, a los elementos. Por ello se les puede considerar arquitecturas efímeras, pero por suerte, aún hoy es posible encontrar algunas repartidas por la isla…
Los varaderos son mucho más que simples cobertizos para embarcaciones. Representan una parte esencial del paisaje costero de Formentera y, más allá de su funcionalidad, cuentan una historia que conecta con la identidad marinera de la isla. En el pasado, la pesca era una de las principales actividades económicas, y los varaderos eran clave para guarecer las barcas que usaban los pescadores. La ubicación de estos obedece más a las condiciones climatológicas que a las preferencias de los habitantes. Al final, tras varios derrumbes y destrozos causados por el temporal, las construcciones se iban moviendo de sitio hasta dar con los lugares perfectos para construir los varaderos.
Visitarlos es una verdadera experiencia sensorial. Empezando por el tacto, pasar tus manos por la madera áspera debido a la acción del viento y el salitre; el olor a sal y a peix sec; el sonido del agua tranquila movida plácidamente por la brisa; la luz de otoño en la tarde que empieza a dar paso al ocaso… Quien ha tenido la suerte de vivirlo, lo sabe. Los más conocidos son los de Es Caló y el de Torrent de s’Alga, pero conviene recorrer el litoral de la isla para ir encontrándolos y sorprenderse.
Los varaderos no son solo un elemento pintoresco del paisaje, sino una conexión viva con el pasado de la isla y con la vida de los pescadores que han habitado Formentera durante generaciones. Han sido reconocidos como Bien de Interés Cultural. Son un orgullo para la gente y una verdadera sorpresa para quienes pusieron sus pies en la isla por primera vez sin conocerlos en un primer momento. Por eso, en tu próxima escapada a Formentera, presta mucha atención al observar la costa. Acércate a observar estas humildes construcciones siendo respetuoso con estos espacios y comprendiendo su importancia. Las autoridades locales y la comunidad trabajan para conservar estas estructuras, manteniendo su estado original a lo largo de los años. Es una tarea nada sencilla, pues al estar expuestos a las inclemencias del tiempo y al mar, requieren de constantes reparaciones y cuidados. Razón de más para sentirse un verdadero privilegiado al contemplar estos varaderos, esencia de la idiosincrasia de Formentera.