(Paul Monzón).- Saborear un exquisito Ceviche en las faldas de la mismísima «Ciudad perdida de los Incas», Machu Picchu, no tiene precio. Y hacerlo en el único hotel de lujo de la zona, el Sumaq Machu Picchu Hotel, es una experiencia que no se puede olvidar jamás.
Tras partir de Cusco y viajar unas cuantas horas, primero en bus, para luego serpentear el cauce del rio Urubamba a bordo del tren de Perú Rail, llegué a Machu Picchu Pueblo (ex- Aguascalientes). Las amplias ventanas panorámicas del moderno vagón del Vistadome me permitieron admirar, durante el trayecto, unos paisajes de ensueño, sublimes postales, escenas como sacadas de una película de Indiana Jones.
Era mediodía cuando caí rendido en la cama de una de las maravillosas «Sumaq Suites» del Sumaq Machu Picchu Hotel, único hotel de lujo de la zona.
La cama, una elegante cama king con box spring y ataviada de una multitud de almohadas de pluma de ganso, estuvo a punto de enviarme al reino de Morfeo. No era el momento aún. Había que recuperar fuerzas antes de emprender la gran aventura que es visitar la ciudadela Inca, visita que dada la hora ya sólo sería posible al día siguiente.
Y qué mejor que hacerlo en el restaurante Qunuq, palabra quechua que significa «cálido», que ubicado en la segunda planta del hotel ofrece lo mejor de la Cocina Gourmet Fusión Andina. Gracias a sus amplios ventanales se puede disfrutar de unas vistas espectaculares del rio Vilcanota (llamado también Urubamba) y de las imponentes montañas que le circundan.
Un Ceviche de… Trucha
Una rica y refrescante Chicha morada vendría a calmar la sed mientras leía los platos de la carta (un compendio de los excelentes sabores de la gastronomía peruana) expresados a través de una elegancia contemporánea con una fusión de cocina tradicional andina, y en donde destacaba el plato típico por excelencia del Perú: el Ceviche. En esta ocasión, de Trucha.
Durante mis múltiples viajes por el mundo he podido degustar todo tipo de ceviches: de corvina, de conchas negras, mixto, de pulpo, mero, panga, de mariscos, lenguado, etc, pero de trucha, jamás.
Era el momento de comer uno.
A veces faltan palabras para describir la felicidad que a uno le embarga cuando por esos designios del cielo uno se encuentra en esos mundos soñados, lugares espectaculares, en los cuales sólo queda disfrutar y hacerlo como si fuera la última vez en la vida.
Machu Picchu es hoy por hoy uno de esos mundos soñados, no por nada es considerada una de las siete nuevas maravillas del mundo.
La llegada del camarero me hizo sustraerme del estado en el que me encontraba.
Y es así que con una sonrisa de oreja a oreja pedí un ceviche de trucha.
En Perú celebran, cada 28 de junio, desde el año 2008, el Día Nacional del Ceviche. También han declarado a este plato de bandera, mediante Resolución Directorial Nacional Nº 241/INC, como «Patrimonio Cultural de la Nación».
Mientras bebía mi chicha morada noté, por un instante, que una joven pareja de turistas extranjeros, que se encontraban junto a mi mesa, me observaban de reojo. Y lo hicieron mucho más -ya sin cohibirse- cuando el camarero del restaurante me trajo mi plato de ceviche.
Obviamente, aún no se habían decidido a pedir algo de la carta mientras brindaban con un delicioso «PIsco sour».
De pronto, uno de ellos -la chica- me pregunta:
-¿Parlez- vous francáis ou anglais? (¿Hablas francés o inglés?)
-Oui, mademoiselle, je parle francáis- le respondí (Sí, señorita, yo hablo francés).
La pareja, de origen francés, y nacidos en Lyon, llevaba sólo un par de días en Perú. Llegaron en un vuelo directo desde París a Lima, enlazaron inmediatamente otro con destino a Cusco en donde pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, hicieron el mismo recorrido que yo hacía Machu PIcchu.
Les expliqué las cualidades del plato que iba a degustar. Me comentaron que eran conocedores de la buena gastronomía peruana, pero no habían tenido la oportunidad de saborear plato alguno. Era la primera vez que venían a Perú. Y también era su primer ceviche.
La presentación del plato, excelentemente decorado con una hoja de lechuga, maíz frito e hilos de batata (camote ) les llamó mucho la atención por su originalidad, y más aún cuando les iba contando los diferentes tipos de ceviche que había degustado en mis viajes.
Se miraron fijamente, y como muy decididos, llamaron al camarero y pidieron dos ceviches de trucha…para empezar… luego vendrían su Lomo saltado, otro par de piscos sour, etc, etc.
Cabe destacar que el ceviche, según nos comentaron personal del Qunuq, lo preparan con trucha fresca traída especialmente desde el Lago Titicaca (Puno), ciudad ubicada en los Andes a cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Según fuentes históricas el ceviche se habría originado hace dos mil años durante la cultura Moche (pre-inca) en el norte del Perú y su nombre, según señala el reconocido historiador peruano don Javier Pulgar Vidal ,afirma es el derivado del vocablo quechua «Siwichi» que significa pescado fresco.
Según una resolución de Instituto Nacional de Cultura del Perú INC publicada en el diario oficial «El Peruano» en el 2004 se escribe SEVICHE con S y V, y no con C y B como actualmente los peruanos están acostumbrados a escribirla.
Sea como sea que se escriba el Seviche, ceviche o cebiche estaba espectacular. Ha sido uno de los mejores que he probado en mi vida. La pareja de franceses parecían disfrutar con este plato que es hoy por hoy una de las grandes referencias de la gastronomía peruana. Próxima artículo de «Comiendo un ceviche» será en la Ciudad Luz, París.
Nuestro agradecimiento a Sumaq Machu Picchu Hotel, Peru Rail, Air Europa y LAN PERÚ